Con este post empezamos una nueva sección en el blog, “Descubrimientos de La Ruta”. En ella iremos contando lugares y zonas que vamos pasando en nuestra ruta y que consideramos que son poco conocidos, que no están en las rutas principales y que merecen una mención especial. Serán pequeños post en los que os contaremos algunos datos de estos lugares y por qué son especiales para nosotros. ¡Esperamos que os guste!
La abadía de Pomposa, ha sido uno de esos lugares sorpresa de este viaje. Rodábamos con nuestra furgo y era por la tarde, la noche estaba a punto de entrar en escena. Siempre preferimos buscar nuestro nuevo sitio con luz, es mucho más fácil encontrar el sitio perfecto.
Esta vez, la noche nos pisaba los talones y decidimos parar en la próxima salida: Abadia de Pomposa. Íbamos desde Sant’Angelo di Gatteo hacía Croacia, no es mucha la distancia, pero se nos hizo tarde la partida, decir adiós a unos buenos días de rencuentro con amigos, no es tarea fácil.
Cuando cogimos la salida hacia la Abadía de Pomposa (situada en la provincia de Ferrara, cerca del delta del Po) nos dimos cuenta que sin quererlo íbamos a pasar noche junto a una joya de la arquitectura medieval. Esta abadía benedictina fue fundada por monjes amanuenses en el siglo VIII y tuvo su máximo esplendor en los siglos X y XI. Durante el medievo la abadía fue el centro de la cultura y del poder religioso de la zona. Fue en el siglo XI cuando se construye la iglesia conventual y el campanario que domina todo el territorio actualmente. Con el paso de los siglos, la abadía llegó a poseer una biblioteca con importantes manuscritos de la época, por desgracia con el paso de los años fue desbalijada y la mayoría se perdieron.
La iglesia, merece su visita y disfrute por un tiempo para contemplar los espectaculares frescos bien conservados en sus paredes y techo. En los arcos se pueden ver escenas del apocalipsis y sobre el suelo apreciar mosaicos de estilo bizantino.
El campanario tiene una altura de 48 metros, sus escaleras ya envejecidas sólo dejan subir a diez personas cada vez y sólo en unos determinados días festivos del año.
Durante el siglo XV la imponente abadía sufrió un periodo de decadencia hasta que en el s XVIII fue abandonada. Las inundaciones del Po y la insalubridad de la región forzaron a los monjes benedictinos a refugiarse en el vecino monasterio de San Benedetto, también en la provincia de Ferrara. Desde comienzos el siglo XX, pertenece a estado italiano.
Esta abadía ha sido casa de ilustres personajes desde Dante Aleigheri a Sting, quién aún pasa de vez en cuando a tocar los antiguos instrumentos medievales. Uno de los acontecimientos que más repercusión ha tenido hasta nuestros días y que sucedió en este lugar, fue la reforma musical que llevó a cabo el monje Guido d´Arezzo. Con el objetivo de facilitar el aprendizaje de los cantos a los monjes, d’Arezzo creó un nuevo sistema, dando el nombre a las notas musicales, nombre que salvo alguna modificación se mantienen hasta hoy día.
Nosotros nos fuimos de esta abadía con la sensación de haber viajado unos siglos atrás, su arquitectura y su majestuoso campanario trasmiten la fortaleza que tuvo en su máxima época de esplendor. Si queréis saber más información sobre la Abadía, su museo, los horarios y precios visitar la página web del consorcio Italiano.